Cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano

Publicado por Helen Bogantes en

Cúpula de la Basílica de San Pedro

La cúpula de la Basílica de San Pedro, se aprecia mejor desde arriba.

Visitar la Basílica de San Pedro en la Ciudad-Estado del Vaticano, es una experiencia increíble y, subir a su cúpula, es algo que simplemente debe hacerse.

Además, sirve para admirar el panorama de la ciudad de Roma.

También, para observar de cerca la pintura del techo y las gigantescas letras que indican «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia».

La perspectiva del tamaño es totalmente diferente.

Cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano

Nuestra elección, por supuesto, fue la más económica (¡obvio!, siempre buscando ahorrar), ya en nuestra tercer semana de viaje por Europa, el dinero se guardaba con más cautela. 

Ascendimos caminando, los más de 130 metros hacia la cúpula y debo decir que, si padece de extremo mareo, será mejor que se abstenga de esta visita.

El elevador, en todo caso, le lleva al primer mirador y a partir de ahí… todo el mundo llega caminando, que es el trayecto más cerrado.

Al principio fue muy divertido, el ascenso se realiza en una espiral completa, que cada vez se hace más pequeña al punto de ser algo diminuta, pero vale la pena. 

Como muchas cosas en la vida … se las pierde … o, sufre un poquito antes de ¡apreciarlas!

Primer mirador

A medio camino al subir a la cúpula de la Basílica de San Pedro, hay un mirador, que sirve de descanso.

Así, llegamos al primer mirador, hay una tienda con medallas, santos, rosarios y postales, entre otras cosas.

Muchos objetos religiosos, excepto la Virgen de Loreto que andaba buscando para un obsequio.

La vista es hermosa y los Jardines del Vaticano son realmente muy bellos.

Vista a los Jardines del Vaticano

Se nota la inmensidad de la Plaza de San Pedro, justo frente a la Basílica, con el Obelisco en el centro.

La gente que transita en el lugar se ve diminuta.

No me imagino como se ve esto, cuando se llena de gente, en las misas del Papa y en ocasiones especiales.

Se aprecia la Vía de la Reconciliación, hasta el inmenso Castillo San´t Angelo, un par de puentes sobre el río Tever y la ciudad de Roma …

Un panorama para dejarnos sin aliento.

No pierda la vista solo en el horizonte lejano, también, hay que ver de cerca.

Con esto, puede denotar las estatuas de los Apóstoles, sobre la fachada de la Catedral, algo que es más fácilmente notorio desde abajo.

Vista a la Plaza de San Pedro

La cúpula de la Basílica de San Pedro

La parte más entretenida fue ya casi al final, cuando la pared se vuelve curva, era obvio que estábamos cerca.

Lo normal, es que una pared mantenga una línea totalmente vertical, pero acá, la línea es cóncava y, el piso es inclinado.

Lo más divertido fue que, debíamos apoyarnos con las manos en los lados para avanzar.

Para guardar el momento en la memoria, le pedí a mis amigas que me tomaran una foto.

Tuve que sostener mi brazo en la pared, si me soltaba … me caía.

Fue buenísimo, nos reímos un montón, tan solo tratando de tomar la foto.

Camino a la cúpula

Al llegar al final del recorrido, puedes ver de cerca la pintura interna de la Cúpula, muy de cerca, tanto que, no nos fue posible sacar una foto.

Se camina en el círculo, justo en la circunferencia de la misma estructura.

Algo bueno, para evitar el vértigo, es que no se puede ver hacia abajo (o sea, hacia el piso de la iglesia), solo hacia la arriba.

Desde abajo ni siquiera se nota que anda gente caminando allá arriba.

Si no, creo que sería una sensación de abismo, muy peligrosa para los estómagos de los visitantes.

El techo de la cúpula desde abajo

De regreso

Y … todo lo que sube … tiene que ¡bajar! … de nuevo caminando … 537 escalones.

Hay un rótulo que lo indica.

Vale más que no lo sabíamos antes o no estábamos conscientes de eso, nos hubiéramos cansado antes de llegar.

Esta parte fue algo trágico para mi amiga Pili, ya que no soportaba más vueltas y empezaba a sentirse mal.

Todo el recorrido de regreso lo hizo con los ojos cerrados, con su mano sobre mi hombro.

Una experiencia definitivamente memorable, de esas pequeñas cosas que suceden en los viajes, que no las olvidas jamás.

Ahora, siempre recordamos con un «¿Se acuerda cuando subimos caminando a la cúpula de la Basílica de San Pedro?» Y hay risas inmediatas. 


¿Ya has subido a la cúpula de la Basílica de San Pedro? (¿Qué tal la experiencia?)


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Categorías: Relatos

Helen Bogantes

Mercadóloga, viajera, cat-sitter y minimalista.

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